Voy a morir. Descubrí eso hace rato, cuando me detuve a pensar el por qué tantos recuerdos vienen a mi cabeza, como si un río se agolpara en mi memoria. Dicen que cuando alguien va a morir ve su vida pasar frente a sus ojos, a mí no me pasa eso, pero si estoy recordando un montón de cosas, como recortes en mi cerebro, como si viera una foto de un álbum y luego otra en otro álbum y así, diferentes épocas. Cosas, situaciones, personas, amores. De todo. Ahora que lo recuerdo no estoy tan seguro de morir, por lo menos no pronto, por que ya me ha pasado varias veces esto, y no es más que una divagación de mi mente. Pero al recordar uno no puede evitar llenarse de esa tristeza huevona que llaman melancolía. Por lo que ya pasó, por lo que no volverá. Por nuestros muertos, por el futuro. Hoy decidí que no creo en el matrimonio. También he decidido no procrear hijos. Me da miedo y vergüenza traer hijos a este mundo tan desgraciado, tan lleno de egoísmo y odio, condenado por sus propios vicios a irse directito al carajo. No creo en esa patraña de que uno no muere completamente mientras haya dejado hijos. El que se muere ya no cuenta, y los vivos quedamos para cojer, fumar, drogarnos y todo eso. Para recordarlos de vez en cuando y olvidarlos la mayor parte del tiempo. En tardes de lluvia en que no se puede salir, o noches de ocio como las que llenan mi agenda por estos días.
Carajo.
Ya sólo me resta poner otro disco y disfrutar de mi tristeza huevona. Ni modo.
Carajo.
Ya sólo me resta poner otro disco y disfrutar de mi tristeza huevona. Ni modo.
0 Comments:
Post a Comment